Querido Romeo,

Cada día noto más el pesar del tiempo. Mis dedos tiemblan de terror ante un futuro incierto y un pasado aún peor. No te negaré que al día finjo unas cien sonrisas y miento con otras tantas. Tampoco que muero un poquito más cada vez que recuerdo tu aliento sobre mi piel. Duele demasiado estar tan lejos, pero más saber que estuve tan cerca. Mis ojos ya no pueden derramar más lágrimas, mi rostro luce más níveo que de costumbre y mi cabello ha perdido su brillo tan particular.
Sin embargo, seguiré luchando, por muy pocas fuerzas que me queden.