Los kilómetros de tu piel.


Abro los ojos. Tus pupilas en el límite de las mías. Me siento pequeña y aparto la vista. Recorro tu pecho con la punta de mis dedos. Tú jugueteas con mi pelo. Suspiro y suspiras. Sonrío e imagino que tú también sonrías.
Abro los ojos, tras mucho tiempo sin ver.

Bright.


Esa sonrisa que esboza un crío ante la perspectiva de un sinfín de regalos bajo un abeto ya descolorido por el paso del calendario y decorado con dulzura. Esa, esa que dibujo al pensar en lo que queda por venir.

Come, reza, ama.


Que las cosas van poquito a poco y que el valor está sobrevalorado. Que todo es cuestión de tiempo en realidad. Que de nada sirve ser fuerte si no es duradero. Que una vez superado el obstáculo hay que prepararse para el siguiente.
Me comí el pasado, recé por el presente y amé el futuro.

Me dejaré llevar.

Volver a empezar. Volver a ser valiente. Volver a sentir ilusión. Volver a ceder un hueco de mí. Volver a sonreír sin razón. Volver a perderme en unos ojos. Volver a morir de ganas de verle. Volver a acariciar una sonrisa. Volver a gritar de felicidad. Volver a ser yo. Volver a no estar vacía.
En definitiva, volver a empezar, de cero, pero contigo.

Vacío.

Hoy, te volví a ver. Vestías aquella sonrisa que acogía mis ilusiones y las destrozaba con un simple "no puedo". Pero hoy no brillaba tanto, ni hacía florecer la mía. Cuando el día ha caido tus manos me han dado calor y, sin embargo, nada de calidez. Incluso tu cuerpo parecía distinto. Y, entonces, he visto tu mirada con aquel fulgor tan especial, y me he dado cuenta de que lo que percibía en ellos no eran tus ganas de mí, sino el reflejo de las mías.
Hoy, te volví a ver. Pero no logré reconocerte.


Veo veo... ¡Ops, no veo!

Una vez oí a aguien comparar los amores de verano con las estrellas fugaces. No será por su frecuencia, muchas estelas para tan poco amor...  

Paradise.

La cuestión es tener todo lo que necesitas para ser feliz, pero sin tener demasiado.

Dejarse llevar suena demasiado bien.

Sabes, antes tenía miedo. Tenía miedo del verbo olvidar. De jamás poder decir "te quiero". De destruir ilusiones ajenas. De no ser lo suficientemente buena. De que mis besos no llegasen al alma. De ser incapaz de amar como hizo Julieta. De perder mi sonrisa por un adiós.
Ahora sé que tenía miedo de mí misma. Me aterraba pensar que jamás nadie me querría, cuando ni yo misma lo hacía. Temía ser demasiado cruel y a la vez demasiado enamoradiza. Sentía verdadero pavor ante la perspectiva de un nuevo amor, a la vez que la adrenalina recorría mis venas. La razón de mis pesadillas era que no sabía quién era, ni qué quería. Ahora lo sé, y tú no estás dentro mis planes.